Hoy un paso. Mañana otro. No quemar etapas, no adelantar procesos que tardarán años en llegar ni mucho menos tratar de insinuar que las hormonas están haciendo su trabajo unos once o doce años antes de tiempo. No, por favor. Cariño, no tengas prisa. No prestes demasiada atención a esa señora del supermercado o al anciano bienintencionado del parque. Y tú, si, tú que seguramente no vas a leerme, espero que te llegue este mensaje de alguna manera. No le hables de novias a mi hijo, déjale vivir su infancia, que es lo que toca. Déjale viajar en una nave espacial, mancharse de barro hasta las orejas y cantar hasta quedarse sin pulmones.
Hace casi un año leí en El País este artículo y lo compartí en redes sociales. En aquel momento mi hijo pequeño tenía tres años y nadie le había llegado aún con la cantinela. Ahora mismo, casi un año más tarde, tengo que reconocer que hemos seguido «escapándonos» como hemos podido de ese tipo de conversación y preguntas absurdas pero, igualmente, se empieza a intuir el tema en el ambiente.
Cuando vemos alguna peli en la que «los chicos se quieren» llegan las consabidas preguntas: «¿se están casando? Yo me voy a casar con mi hermana porque es guay» y frases por el estilo. La información llega por mil vías y la sociedad se empeña en quemar etapas que deberían vivirse con calma, de hecho, a ser posible, creo que todas las madres y padres del mundo querríamos que se retrasasen lo máximo posible.
Aún así, en un alarde de contradicción continua, cuando muchas madres y padres escuchan la famosa pregunta o su peque llega del cole en infantil contándoles algo de su maravillosa «novia» sonríen con la baba por los suelos. Nos resulta entrañable, encantador, nos morimos de la risa. Jugamos a emparejar a nuestros hijos con los de nuestros amigos y a crear parejas felices. Algo absolutamente inofensivo, ¿no? ¡Menuda exagerada soy! ¡Ni que le vayas a crear un trauma a tu hija por preguntarle por su novia! Bueno, yo no he dicho eso, pero desde luego hay indicios clave de que este tipo de conversaciones no benefician en absoluto a nuestros peques.
- Argumento número uno. Curiosamente, en el 70% de los casos se le pregunta a los niños y no a las niñas. ¿Casualidad? No creo demasiado en las casualidades. Seguimos pensando, en la mayoría de los casos, que es él quien tiene que tomar la iniciativa y elegir de entre las niñas más guapas.
- Les estamos preparando para «gustar».¿Qué se suele transmitir de una manera absolutamente involuntaria pero certera con preguntas del tipo de: ¿no te gusta esa niña tan guapa? o ¿Pepito ya no quiere ser tu novio? Pues ni más ni menos que estamos introduciendo en su cabecita la idea de que tienen que gustar a otro ser humano o que otro ser humano tiene que prepararse para gustarle. Que hay que ser, de una u otra forma, «apetecible». No estoy hablando de sexo, no nos liemos. Sino de ponerse esta u otra ropa o simplemente peinarse de una u otra manera para interesar a otra persona.
- Aún no he conocido a nadie que le haya preguntado a un peque de cuatro o cinco años si tiene «novio» de su mismo género. En el 99% de los casos se les «encamina» a una relación heterosexual sí o sí. Bueno, no lo hacemos sólo en este tipo de situaciones, no te preocupes, es algo absolutamente generalizado. Aunque, por suerte, cada vez existen más referentes de amor diverso en todos los contextos (cine, tele, libros, a nuestro alrededor), el amor de pareja heterosexual sigue predominando. No sé tú, pero yo quiero que mis hijos vivan con toda la normalidad, naturalidad y plenitud cualquier tipo de amor. Hacerles creer que tiene que gustarles un niño o una niña no es una opción para mí. No tengo la menor intención de crearle ningún tipo de conflictos sobre su posible orientación sexual.
- No entra en su manera de ver el mundo, ¿para qué vas a intentar cambiarla si es la más hermosa? En la cabeza de un peque de 3, 4, 5 ó 6 años no acaba de encajar la idea del amor romántico. No forma parte aún de su manera de ver el mundo. El peque del revés nos pregunta por qué nos damos besos y habla de casarse y de novios, pero sin tener nada pero nada claro de qué va todo ese asunto. ¿Y por qué debería tenerlo? ¿Acaso el amor romántico no es algo lo suficientemente serio como para descubrirlo con calma, poquito a poco?
No, por favor, no lo hagas. Piénsalo bien la próxima vez que se te ocurra hablarles a los hijos de los demás o a los tuyos propios sobre parejas y noviazgos. Déjales ser niños. Déjales volar a la luna, luchar en batallas de piratas, descubrir monstruos detrás de las cortinas y crear nuevos mundos con su imaginación. Déjales ser niños.