Desde la clásica pregunta que tanto juego ha dado a lo largo de los siglos hasta los versos de Machado que nos recuerdan que todo pasa y todo queda/ pero lo nuestro es pasar, el paso del tiempo ha sido uno de los ejes inspiradores y motor de miles de obras literarias destinadas al público infantil, juvenil o adulto. Después, de Lucie Félix, editada por Libros del zorro rojo y Antes Después de Anne-Margot Ramstein y Matthias Aregui, publicado en la actualidad por SM son dos de ellos. Este post trata de ser un reflejo de la conversación que establecen entre sí.
Podría decir muchas cosas de estos dos libros. Podría empezar afirmando que nos ayudan a entender los principios básicos de la secuenciación temporal. Podría incluso asegurar que con ellos los niños y niñas pueden llegar a adquirir ciertas habilidades en el manejo del tiempo, practicar su capacidad de concentración, observación, su coordinación ojo-mano o sus habilidades manuales…
Pero si hiciese eso, flaco favor les estaría haciendo a estos dos libros. Porque lo que me maravilla de ambos no tiene, en realidad, nada que ver con todo eso. Por supuesto, son dos libros que abordan cuestiones relacionadas con el paso del tiempo y la secuenciación temporal y, por supuesto, es muy posible que del proceso de su lectura se deriven algunos efectos colaterales relacionados con todos esos aprendizajes. Pero no es eso lo que más me interesa y no, decididamente no «van de eso».
Después es un libro que calificaría de interactivo, o libro-juego publicado en España por Libros del zorro rojo. Antes Después es un álbum ilustrado mudo, publicado en SM (y, por cierto, disponible en muchas librerías a precio irrisorio). Ambos títulos pasan directamente a la lista de libros extraordinarios para todxs por derecho propio, ya que ambos habilitan diferentes, enriquecedores e interesantísimos caminos por los que pueden discurrir en uno y otro sentido niños y niñas de habilidades diversas.
Ambos libros abren senderos diversos sembrados de preguntas, de puertas que se abren a la reflexión desde la metáfora visual. Porque si algo tiene en común la conversación que se establece entre estos dos títulos es que huye de lo que podríamos denominar (me lo acabo de inventar, pero me encanta) el “adultsplaining”, aunque, seamos sinceras, no existe libro en el mundo que pueda evitar por completo esa molesta manía de lxs adultxs de explicarles todo a lxs niñxs como si fuesen incapaces de pensar por sí mismos.
Como si hubiese una única forma de abordar algo tan complejo e inabarcable como el paso del tiempo y nosotrxs, lxs adultxs superiores, fuésemos capaces de hacerles llegar a lxs niñxs toda esa sabiduría.
Muy lejos de tratar de explicar nada, cada autora propone un recorrido visual diferente, acompañado de un texto sencillo y evocador en el caso del libro de Félix y sin palabra alguna en el título de Ramstein y Aregui. En el caso de Después, el hilo se mantiene siempre a través de un jardín que pasa de estación a estación siendo habitado y/o modificado a través de diferentes elementos.
En este álbum de cartón, el juego y la invitación a la imaginación guían cada paso lector con una nueva ventana que, de hecho, es física en muchos casos, una apertura en la página que, sumada a la ilustración anterior, da paso a una nueva realidad conjunta, un “después” modificado no solo por el paso del tiempo, sino por nuestra propia acción e imaginación. Me fascina pensar el modo en el que estas páginas nos llevan a descubrir nuestra capacidad de incidencia en un futuro “después” que se materializa a vuelta de página, tomando consciencia así de los efectos de nuestras acciones en el entorno que nos rodea que, por supuesto, siempre es limitada, (las estaciones, tal y como vemos en el libro, se siguen sucediendo pese a la raza humana) pero puede llegar a ser definitoria para resolver o empeorar muchos de los sucesos que nos rodean o afectan de alguna forma.
Y así, volando volando de la mano de esos pajaritos que habitan el jardín de Félix llegamos a las deliciosas metáforas visuales de Antes Después que, en mi opinión, deberían ir entre interrogantes puesto que todo el libro es una eterna pregunta. ¿Qué fueron antes, las ventanas abiertas o cerradas? ¿La lluvia o el día soleado? ¿La noche o el día? ¿El pulpo o su tinta? ¿Y qué hacemos con esa tinta? ¿Por qué ya no escribimos con la pluma del pájaro y la tinta del pulpo? ¿Quién lleva esos mensajes que escribimos con un teclado? ¿Por qué antes era asi, pero después no?
Porque, en mi opinión, lo mejor de este álbum es que en él se abren mil posibles conversaciones entre unas y otras historias que las imágenes relacionan de forma directa o indirecta. Son charlas que se continúan a vuelta de página o, en muchas ocasiones, saltando de principio a fin en función de nuestras preguntas. Evoluciones temporales sorprendentes o esperadas, imaginarias o cósmicas y, en ocasiones, salpicadas por los tan necesarios toques de humor.
Un libro que obtuvo el premio de la feria de Bolonia en la categoría de No Ficción en 2015 y que, en su charla con el libro interactivo de Félix, se transforma en la mejor de las máquinas del tiempo, aquella que consigue hacernos reflexionar y que no deja de abrirnos interrogantes sobre una dimensión que jamás podremos abarcar por completo.
Claro que esto es lo que pienso ahora, no sé si después acabaré pensando algo diferente…